Queridos lectores: os envío mis mejores deseos para estos días. Y los acompaño con tres textos de mi libro Minimapas para Tormentas que fueron escritos para navegar estas fechas:
Reuniones familiares navideñas
Odio la Navidad
Navidad desde el corazón
¡Feliz Navidad! ¡Feliz Solsticio! Lo que prefiráis… y siempre con mucho cariño 🙏🧡
En el día más oscuro
la luz renace.
Reuniones familiares navideñas
Reuniones-familiares-navideñas... Estas tres palabras así juntitas a no pocos les producen urticaria. Si este es tu caso y no puedes coger la maleta y poner pies en polvorosa, aquí van algunas sugerencias para surfear en tan complicadas mareas:
—Antes de acudir al tan “esperado” encuentro: prepara con tu pareja (u otro familiar de confianza) la estrategia para llevar la comida lo mejor posible. Ya sabes lo que va a pasar... pues en vez de hacer mala bilis y/o entrar al trapo, dale la vuelta y juega con el humor haciendo, por ejemplo, una porra secreta a ver quién acierta más en relación a los chistes racistas del cuñado de todos los años, los desprecios socavados de tu suegra, etc. No es el momento de resolver problemas y, aunque hayas acudido por obligación, ten bien presentes tus razones para estar ahí (no disgustar a tu madre, que tus hijos estén con sus primos...). Como decía Nietzsche, el hombre es capaz de soportar cualquier cómo, si tiene un porqué.
—Durante: los sabios de toda la historia coinciden en que ante cualquier situación uno puede elegir si amargarse o no. Esto es dificilísimo, claro está, pero puede guiarnos a la hora de atender a los detalles positivos, evitar profecías autocumplidas (predicciones que, una vez hechas, son en sí mismas la causa de que se hagan realidad) y pactar con nosotros mismos un paréntesis (intentando no pensar continuamente en lo horrible de la situación, en rencores pasados, etc.).
No esperes a que los demás cambien... prueba tú, por ejemplo, un pequeño detalle de interés hacia alguien que te disguste; o haz algo diferente que rompa una rutina de siempre; u obsérvales con otros ojos (como... no sé, los personajes de una peli). Y por supuesto, ¡elige rapidísimo y siéntate al lado de los que te hacen sentir mejor!
Otras cosillas, que como todo lo anterior es fácil de decir y difícil de hacer, son: aclara cuanto antes los malentendidos, evitando acusaciones (expresando cómo te has sentido con la predisposición de resolverlo); evita temas conflictivos (y, si es necesario, pídeselo con antelación a ese pariente que siempre mete la pata); y bandea los cuchillos con arte y una sonrisa.
—Después... que tu pareja o familia más cercana no pague tu contención durante la comida. Para eso no dejes que el vaso se llene hasta el borde y, si ya has explotado, aplaza la discusión hasta el día siguiente. Y fundamental, ¡valórate lo conseguido! ¡Solo tú sabes lo que te ha costado!
Navegantes, esto es solo un mapa. La tormenta la tendréis que enfrentar vosotros ;)
De todas maneras, y con esto me despido, no hace mucho me recordaba una amiga, que... aunque sentarte al lado de la sosa de tu prima sea un tormento, sin ella no habría esas frases gloriosas para la posteridad. Y que lo que hoy nos supone un suplicio, mañana será añoranza... añoranza de esos momentos de encuentro de gente tan dispar pero unida por sentimientos y recuerdos muy potentes. Y me guardé muy dentro su penúltima frase antes de levantarnos a pedir otra caña: “Las últimas Navidades estuve trabajando en cuidados intensivos... y los enfermos estaban acompañados de su gente... que dejaba todo en suspenso, hasta el aliento, acompañándoles”.
Odio la Navidad
La Navidad para muchas personas es la peor época del año. Las ausencias se hacen figura, la soledad también, así como el abismo entre lo precario de mi situación y lo que se me vende como ideal navideño. Además, parece que no te puedes esconder de la Navidad... está por todas partes... activando recuerdos y nostalgias del pasado en un maremágnum emocional que suele ser muy confuso (tristeza, rabia, culpa...).
Permítete sentir lo que sientes sin dejarte arrastrar demasiado. Si esto es siempre complicado, en Navidad lo es más por las exigencias externas, lo sé. Intenta si puedes, no obstante, hacer un pequeño esfuerzo por la gente que te importa: si a ti te gustaría que se pusieran en tu lugar, intenta hacerlo tú también a la inversa... sin regodearte en la culpa, sino “jugando” con ella: ponle un nombre y charlar un rato, por ejemplo. La culpa es rabia virada hacia uno mismo: un síntoma. Así que, para empezar, te lo puedes tomar como una horrible jaqueca (ojalá no estuviera ahí, pero está... y toca llevarla lo menos mal posible).
Quizá también echar una mano a otros en situaciones similares, o más difíciles (que por desgracia siempre los hay) ayude a que el matiz del dolor torne un pelín más llevadero. Y sobre todo, una de mis frases norte: en vida, todo pasa, tanto lo bueno como lo malo... y yo, tratando de apreciar la hermosura que hay en cada pequeña cosa.
Este Minimapa ha sido especialmente difícil de escribir. ¿Cómo dar pistas en tan pocas palabras sobre las tormentas más oscuras de la vida? Mi particular cartografía me dice (y os lo comparto de despedida por si os sirve): ve al interior... ve muy profundo... y allí, bajo las oscuridades, muy muy escondida a veces, encontrarás luz.
No es nada el que la vida sea atroz; lo peor es que sea vana y sin belleza. —Marguerite Yourcenar
Y al prender su luz interior, el hombre descubrió que tenía una sombra atada a él mismo. Y al perderse entre las sombras, el hombre descubrió que su luz interior brillaba como ninguna otra. —Carl G. Jung
Navidad desde el corazón
¿Estamos la mayoría un tanto revueltos o es sensación mía? Y es que estas fechas suelen ser movilizadoras de corrientes submarinas que quedan muy lejos del logos humano.
Sin embargo, estar “revueltos” no es malo. Es más, es necesario de vez en cuando. El problema es cómo lo gestionamos, incluido el “escapar/tapar” al que recurrimos la mayoría.
Que la Navidad me pone triste porque echo de menos a los que ya no están... pues ¡bienvenida esa tristeza porque significa que los amé! Que estoy enfadado con el mundo... pues la verdad es que la manera en que están montadas estas fechas, con todos sus mandatos sociales sobre lo que hay que hacer y sentir, ¡da bastante por Riau!
Os cuento una cosa por si os sirve:
Hoy, el día comienza de nuevo a crecer, a ganarle terreno a la noche. A la vez comienza el invierno, estación de frío, de recogimiento, donde la tierra parece muerta.
Es como si el otoño fuera agonía; ayer (el solsticio), la defunción; y ahora nos esperara época de reposo. Un reposo, sin embargo, solo aparente porque la supuesta muerte ha traído consigo el despertar de la luz, que solo se hará visible en primavera pero que ya ha comenzado en las profundidades.
Cual gusano que cree morir ahogado en la crisálida... ignorando que su último suspiro le llevará a comenzar la transformación... un tiempo en el que visto desde fuera el capullo, solo hay quietud... hasta que de repente, por arte de magia, surge una mariposa.
Oscuridad y luz siempre, siempre, van de la mano, pariéndose la una a la otra, en el ciclo interminable de la vida.
A partir de la observación de la naturaleza, la Navidad puede adquirir entonces otros significados... más allá de los que nos hemos construido —un “más allá” que también significa un profundizar en los que ya tenemos. En la noche más oscura, el Niño Luz renace.
Hay quien odia estas fechas, para otros es una fiesta anual más... y para la mayoría es un software que nos pone en “modo-navideño” cual robots: toca comilona, toca comilona; toca comprar regalos, toca comprar regalos; toca desear paz y amor a toda la humanidad, toca desear paz y amor a toda la humanidad.
Sin embargo, y pese a la presión de nuestra sociedad hacia lo superficial, algo se nos mueve en el alma, tanto por los ritmos de la naturaleza, como por las resonancias de la celebración de estas fechas por nuestros pueblos y familias, como por lo que moviliza que mucha, mucha, gente esté a la vez, y para variar, con bellos sentimientos hacia el prójimo.
Así, cuanto más profundamente vivamos estas fiestas, más renovados volvemos el 7 de enero a la rutina, a comenzar un nuevo ciclo, renovados cual cubo de la basura recién vaciado y preparado para volver a ser llenado, pero ¡ay, si no tirásemos la basura periódicamente!
¿Compraremos un lujoso centro para la mesa de Nochebuena?, ¿o tal vez adornillos en el chino? ¿Y qué tal si en vez de eso, en vez de estresarme por hacer lo que se supone que hay que hacer, decoro, si así me surge y me apetece, con cosas que tenga por casa (¡incluso legumbres!) dejándome disfrutar el proceso y su simbolismo? ¿Y qué tal preguntarme qué absorben los críos de mis actitudes en vez de qué les traemos la noche de Reyes o dónde los llevamos para que se entretengan?
El otro día se me ocurrió sugerirle a una amiga que, ante las previsibles discusiones de Nochebuena, tenga preparadas en el móvil dos canciones... para que cuando comience a levantar la voz un comensal, ponga o “Imagine” de Lennon o el villancico de Noche de Paz, según corresponda a la ideología del susodicho ;)
Os invito estos días, por lo tanto, y me invito a mí misma, a acercarnos a lo sutil, a lo interior, a los demás... en una actitud de apertura, de aprendizaje, de ternura hacia las luces y las sombras de cada uno y de la vida. ¡Y a vivir la Navidad, navegantes!
Querida Mercedes, aquí estoy, leyendo con atención tu mensaje navideño y me encantaria haberlo podido leer hace años, cuando esos sentimientos que tan bien describes, afloraban año tras año.
Efectivamente, todo pasa, y un día aprendes a lidiar con ello, o porque te has calmado y has salido de tu yo yo yo o porque realmente has aprendido a tomar distancia de las cosas.
Mientras lo leía pensaba en cómo me siento este año, y hay un algo que me invade desde hace un tiempito que me hace confiar, un antídoto contra los malos sentimientos. Así me siento hoy, a pesar de que me acabo de quedar sin trabajo, que tengo que enfrentarme a enésimas cosas las próximas semanas que deberían generarme, miedo e incertidumbre, entre otros. Y pienso que la Navidad en este contexto, la realidad es que me está incluso ilusionando, por primera vez desde que era pequeña y los regalos misteriosos eran para mí, no sólo no tenía que dedicarme a comprarlos, sino que me creía que venían del más allá, y que eran para todos, grandes y pequeños!!!
Hoy siento que realmente eso es así: el regalo no son los regalos físicos, el regalo es la renovación del espíritu, el reseteo, la vuelta empezar, la nueva oportunidad que la vida nos plantea cada año, para hacer mejor las cosas, en definitiva, para ser mejores y querer más a los demás.
Gracias, querida amiga, que disfrutes estos días y el año que viene sigas escribiendo estos mapas que tanto me gustan! Y que nos veamos!