¿Y si cada vez que me digo «difícil», añado «interesante»?
Por muchas veces que me ocurra, no me deja de sorprender cómo algo que he leído y escuchado a lo largo de los años, algo que ya sé, de repente, emerge como una clave esencial para manejar mi vida y trabajar con mis pacientes.
En este caso, como anuncia el título de la carta, se trata de ir añadiendo (ojo, no sustituyendo) la palabra «interesante» cuando mi mente etiqueta algo como «difícil» (un dolor, un obstáculo, una preocupación, un conflicto...).
Por supuesto, te puede servir o no. No hay que ponerse superyoicos. Simplemente, es ver si te ayuda a colocarte en otra perspectiva respecto a lo que está sucediendo.
La idea, claro, no es mía. Se la he copiado a los budistas, a Freud y a autores que beben de ellos. Veámoslo.
Budismo y psicoanálisis ante lo difícil
Mi profesora de meditación preferida, Pema Chödrön, dijo una vez que el principal problema que detecta en las prácticas de meditación de sus alumnos es que abandonan en cuanto las cosas se ponen interesantes. Lo que equivale a decir que abandonan en cuanto las cosas dejan de ser fáciles, en cuanto se vuelven dolorosas, o aburridas, o perturbadoras.
—Elizabeth Gilbet, Libera tu magia.
Bien, pues a mí esta cita me resulta imposible no asociarla con la siguiente de Freud:
Es preciso que el paciente cobre el coraje de ocupar su atención en los fenómenos de su enfermedad. Ya no tiene permitido considerarla algo despreciable; más bien será un digno oponente, un fragmento de su ser que se nutre de buenos motivos y del que deberá espigar algo valioso para su vida posterior. Así es preparada desde el comienzo la reconciliación con eso reprimido que se exterioriza en los síntomas, pero también se concede cierta tolerancia a la condición de enfermo.
—Freud. «Recordar, repetir y reelaborar», 1914.
El lenguaje de Freud, sus palabras, son de otra época y otro ámbito. Pero coinciden en subrayar la importancia del interés en la propia "enfermedad". Refiriéndose con "enfermedad" a los síntomas y padecimientos psíquicos.
Sergio Stern en el libro El cuenco vacío resume lo que he expuesto en el siguiente párrafo:
Tanto Freud como el Buddha fueron muy sensibles al percibir en la enfermedad un intento fallido de solución y, en este sentido, también en mostrarnos que, para transformar nuestra existencia, tenemos que empezar por ver nuestras dificultades como algo digno de ser atendido y comprendido, y no como algo que deberíamos enterrar.
Y Mark Epstein en Advice Not Given lo desarrolla a través de un ejemplo (traducido con Google):
Cuando escuché por primera vez la predicción de Dipa Ma de que Sharon enseñaría porque realmente entendía el sufrimiento, asumí que quería decir que debido a que Sharon había sufrido tanto en su vida, sería una buena maestra. No fue hasta años después de trabajar con Sharon que comencé a ver la declaración de manera diferente. Ahora creo que Dipa Ma quería decir algo más.
Sharon entendió el sufrimiento, creo, porque lo había investigado a un nivel granular: explorando y nombrando los diversos componentes de los que antes se había apartado mientras sostenía sus conclusiones prematuras para un escrutinio meditativo. Sharon realmente entendió el sufrimiento porque lo había investigado dentro de sí misma desde todos los ángulos posibles, en lugar de apresurarse, como lo había hecho en su juventud, a la posición predeterminada de "el problema contigo eres tú".
Vemos que a lo que aluden psicoanálisis y budismo es a la «curiosidad»
La palabra interesante implica curiosidad. Y la curiosidad, por una parte, es una forma de «deseo» (deseo en el sentido psicoanalítico, como empuje a la vida); y por otra, es una de las actitudes básicas en la práctica meditativa.
Es mágico ver cómo la curiosidad mueve a los niños en su desarrollo, ¡y cómo les abre al asombro! Esto, compañeros, es lo que los budistas llaman «mente de principiante»: una actitud de apertura, curiosidad y disposición a aprender, similar a la de un principiante que está explorando algo por primera vez, sin prejuicios ni suposiciones previas. La mente de principiante experimenta la novedad de cada momento (pues ninguno es igual a otro, aunque nos lo parezca).
Pero este tema de la curiosidad merece, sin duda, una carta propia. Y también trataremos, en otras, la importancia de investigar lo difícil en mí, respecto al camino espiritual.
Obstáculos, dificultades, limitaciones
Una vez oí a Mike Nichols hablar de su prolífica carrera de director de cine y dijo que siempre le habían interesado mucho sus fracasos. Cada vez que echaban uno por televisión a última hora de la noche se sentaba y lo veía entero, algo que no hacía con sus éxitos. Lo veía con curiosidad, pensando: «Qué interesante, ahora me doy cuenta de que esa escena no funciona...».
Ni vergüenza ni desesperación, solo la sensación de que es todo muy interesante. En plan: ¿no es extraño cómo a veces las cosas salen bien y otras no? A veces creo que lo que separa una vida creativa atormentada de otra apacible no es más que la diferencia que existe entre las palabras horroroso e interesante.
—Elizabeth Gilbet, Libera tu magia.
Hacer de cada obstáculo algo para crecer, a través de la curiosidad, no es autoengaño. El obstáculo es. Y amargarme es absurdo. No lo digo para fustigarme por ello (ya que muchas veces no lo consigo evitar), sino para abrir otras posibilidades.
#budismo-meditacion #psicoanalisis
✨ Encuentros
Esta semana continúo con las newsletters (y eso que son pocas las que sigo). Se trata de Espiritualidad Pamplona-Iruña, que hace unas semanas cumplieron las 300 entregas. Si os interesa la dimensión espiritual, os la recomiendo.
Suelen cerrar los envíos con frases como esta: «El silencio es el idioma que Dios habla, lo de más es una mala traducción» Eckhart Tolle.
Hasta el próximo sábado 😊🙏