Luces y sombras del dar sentido a las cosas
(Curioso que lo publique en Sábado Santo, «día del sin sentido» para los cristianos)
Este texto lo escribí hace unas tres semanas. Con el anuncio del libro (el 3 de abril ya en librerías, por cierto 😉), lo dejé en borradores. Y ahora resulta que lo publico en Sábado Santo, que para los cristianos es el «día del sin sentido» por antonomasia. Curioso.
Hace un tiempo una amiga me envió la siguiente cita:
«Pain travels through families until someone is brave enough to feel it» —Stephi Wagner.
No le cuestioné su veracidad porque vete tú a saber (por ejemplo, este vídeo, que tengo pendiente ver, trata experimentos científicos acerca del paso entre de recuerdos a través de los genes).
Lo que le cuestioné fue, por una parte, lo categórico de la frase; y por otra, su necesidad de sentido (nos conocemos desde hace tiempo y sé que le puedo decir este tipo de cosas).
Ninguna de las dos somos de conversar por WhatsApp, así que lo dejamos ahí. Pero pensé "quiero escribir sobre esto del sentido". Y hoy me pongo a ello.
A mi amiga la frase citada da sentido a su sufrimiento. Para ella es una descripción de la realidad. De manera similar al que vive una enfermedad como una prueba de Dios, un aprendizaje para el alma o una oportunidad de limpiar karma. Dar sentido al dolor, alivia.
También sirve enormemente para sobrellevar momentos difíciles tener un sentido de la vida, un propósito. De hecho, fue lo que observó el psiquiatra Viktor Frankl en los campos de concentración nazis. Y a partir de eso creó la Logoterapia y escribió uno de los libros de psicología más vendidos de la historia: El hombre en busca de sentido. En él encontramos dos citas de Nietzsche:
«Quien tiene algo por qué vivir, es capaz de soportar cualquier cómo»
«Quien tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo»
Por otro lado, el cerebro humano es una máquina de dar sentido. El sentido es inherente a la percepción desde que comenzamos a hablar. No voy a entrar en ello ahora. Solo quiero decir que el sentido es un invento maravilloso. Y que incluye cosas tan diversas como las ficciones de las que habla Harari en el libro Sapiens o la capacidad de mentalización estudiada por el psicólogo Peter Fonagy.
Entonces, ¿qué tiene de peligroso dar sentido, cuando además muchísimas corrientes de psicoterapia lo usan todo el rato? Se me ocurren, en principio, tres riesgos:
Imponer tu sentido a otros (muy evidente en la historia de las religiones e ideologías)
Fijar "circuitos cerebrales" que nos hacen sufrir (en esto tampoco voy a entrar hoy)
No dejar espacio a la duda, a seguir investigando o a ampliar la visión de las cosas.
El asunto es que el sentido vela la incertidumbre, que es lo que peor llevamos las personas. Pero la vida es incertidumbre. Con lo cual si, en la medida que pueda, vivo desde el «no saber», la riqueza de las vivencias crece, sorprende y conmueve.
Esto es lo que en zen llaman «mente del principiante», y que también os sonará a los que practiquéis mindfulness.
Y, oh, sorpresa, esto de no dar sentido es otra de las cosas que comparte el budismo zen y el psicoanálisis lacaniano (además de que los hace a ambos bien raritos)
Resumo en un párrafo: los lacanianos, a diferencia del resto de orientaciones de psicoterapia, incluidas otras psicoanalíticas, apuestan por no dar sentido, salvo en adolescentes y ciertos pacientes. Es decir, no interpretan, sino que abren el abanico del juego significante.
Y termino aquí. Sé que ha sido una carta densa y que he dejado mucho sin explicar. Es más, una última cuestión que dejo pendiente es la articulación del «sin sentido» con el «Misterio».
✨ Encuentros
Hoy, al hilo del «sin sentido», os traigo uno de mis vídeos favoritos de internet. Nueve minutos y medio. Odín Dupeyron. Sin desperdicio.
Nos leemos pronto 😊🙏