Danzaterapia y naturaleza: Mini entrevista a Miren Saralegi & Mi otoño de 2016
Cuerpo, magia, hayedos... y un audio maravilloso
Queridos lectores: como muestra el título, la carta de hoy tiene dos partes, una mini entrevista y un texto que escribí en otoño de 2016. Espero que lo disfrutéis y os entren ganas de bailar y de caminar, aunque sea, por el parque del barrio.
Nos leemos en los comentarios, por email o en dos semanas. Y si queréis echarme una mano para llegar a más personas con inquietudes similares, ya sabéis, compartid o dejadme un “me gusta”.
✨ Mini entrevista a Miren Saralegi
En 2008, cuando vivía en Zaragoza, participé en las clases semanales de Miren de danzaterapia. Y, aunque después realicé trabajos corporales interesantes con otras personas, ella sigue siendo mi favorita.
Por eso, se me ocurrió proponerle participar en las mini entrevistas que estoy comenzando en TecleoLento y retomar el contacto después de tanto, tanto, tiempo.
Descubrí entonces que ahora, en su trabajo, el movimiento comparte protagonismo con... ¡La naturaleza! Y esto me enamora profundamente.
Mi discapacidad me pone complicado ir al bosque o a cualquier sitio salvaje. A la vez, cuando encuentro la manera de hacerlo, la vida recorre mis venas con más fuerza.
En fin, allá van las preguntas y sus respuestas. En la última nos regala un audio maravilloso.
¡Gracias de corazón, Miren! Confío en danzar juntas pronto😊
(Si queréis saber más de Miren... esta es su web)
Preguntas breves para responder con lo primero que pase por la cabeza
Un Sabor... a canela
Un Aroma... a almizcle y otro a hojarasca
Un tacto... la caricia del musgo
Un Sonido... el primer toque de la Txalaparta... me pone los pelos de punta.
Una Canción... ¡Uf, tantas!, este verano "Eguzkiloreak" de Zetak y Neomak
Algo para ver: mucha luz 😂
Un Autor: Guillermo Piquero; y una autora: Vandana Shiva
Lugar de casa favorito: Cerca de una ventana
Preguntas más pausadas
— Tus domingos, ¿cómo suelen ser?
— Muchos trabajo por la mañana cerrando algún taller de fin de semana y la tarde es momento de transición, viajar..., regresar a casa... deshacer maletas... descansar... Los que tengo libres disfruto de no madrugar y de una salida a la naturaleza.
— ¿Y los martes?
— ¡Ay, los martes!… Desde hace 20 años y en Zaragoza lo saben, el martes es el día de la sesión de Danza Integral. Un momento para reconectar con el cuerpo, la creatividad, el grupo... una experiencia cada vez más profunda, de liberación y disolución de límites; de mucha conciencia y disfrute. A día de hoy que vivo en Vitoria-Gasteiz, las sesiones se mantienen on line y participan personas de muchos lugares diferentes.
— ¿Cómo haces para escucharte?
— Para escucharme, me paro. Reviso mis sensaciones corporales y me hago preguntas que trato de reflexionar y atiendo las respuestas si las hay. Entonces empiezo a pensar... con un café caliente, mucho mejor.
— ¿Cómo nos puede ayudar la danza en relación con nosotros mismos, con los otros y con la vida?
— La danza nos puede ayudar... a encontrar un tiempo y un espacio de conexión con el cuerpo, la creatividad, un espacio libre de exigencia, donde el ser auténtico tiene permiso a expresarse. Esto da lugar a descubrimientos personales y toma de conciencia de una misma.
El espacio creativo es un campo abierto a la transformación donde los cambios se pueden dar en paralelismo con la vida cotidiana.
Puede darse una liberación emocional contenida, que da paso a un espacio de paz y bienestar.
En danza trabajamos en grupo porque somos seres sociales que crecemos en comunidad.
Las propuestas con las otras personas son desde la escucha, el respeto y la asertividad; sin buscar resultados, sino que experimentamos el presente.
Todo ello diluye en gran medida el juicio, la competitividad y el ego, nutriendo fuertemente la autoestima, el poder personal y el ser esencial.
En definitiva, la danza, nos puede ayudar a cultivar la Salud física, psíquica y emocional, así como abre un espacio a la armonización de la energía personal-relacional y al cultivo del ser espiritual.
— ¿Nos puedes dejar una propuesta para acercarnos a la naturaleza con ojos, con sentidos, mágicos?
— Sí, ¡por supuesto! Esa la compartiré en un audio... cierra los ojos y déjate llevar...
🍂 Y la magia de los hayedos en otoño me inundó
Se necesita una gran dosis de insensibilidad para no sucumbir al otoño. —Emil Cioran
El domingo fui a Ezcaray y la magia de los hayedos en otoño me inundó. Hoy intentaré poner palabras a esas sutiles sensaciones que se me movieron en el alma para conformar con ellas un breve minimapa sobre todo lo que podemos aprender de un simple paseo por el monte si logramos caminar atentos a lo que va surgiendo.
Esos árboles tan, tan altos y tan, tan silenciosos me tocaron. No parecen realizar ningún esfuerzo. Tampoco tener ninguna pretensión u objetivo. Y menos aún afectarles la imagen que puedan dar. Simplemente se dejan llevar por su impulso intrínseco y por las condiciones del entorno. Y sin alboroto ninguno, sin ningún ruido, trascurren su ciclo vital desde la semilla que fueron.
Cómo me gusta ese silencio. Cierro los ojos y presto atención. Escucho algún pájaro, alguna travesura del viento, un riachuelo lejano, mi corazón y cómo respiro. Pero el silencio está ahí, de sostén, con una cualidad tierna que despeja la mente y acuna el alma.
El olor a humedad también me acompaña. Lo sigo y es él el que me lleva ahora de viaje. Pronto se nos une la piel… y por suerte no hace frío y puedo sentir las caricias del aire, de mis pasos y de lo que a momentos toco o presiono.
Abro los ojos y observo. Otros ratos entorno los ojos para que imaginación e intuición jueguen con duendes, hadas y demás habitantes de este misterioso lugar. No me suelen hablar, pero me gusta verlos y sé que me hacen regalos que luego se abren en sueños o en momentos de inspiración (como en la ducha).
Y uf… y las hojas… los colores del monte en estos meses me enamoran. Sobre todo los rojos: árboles de fuego entre amarillos, verdes, naranjas y ocres. ¿Por qué estas cosas nos hacen suspirar? No lo sé. Quizá porque la belleza nos conecta con lo divino… ¡Y pensar que esta maravilla la produce la muerte de las hojas! Ellas llegan al final de su ciclo y simplemente van cayendo… nada se fuerza, solo soltar, dejar ir, para que la vida continúe con nuevos brotes tras el invierno de ramas desnudas y aparentemente inertes. Me quedo absorta viéndolas caer…
Y es que el monte, el otoño, nos puede enseñar tantas, tantas cosas, si tan solo nos permitimos escuchar.