Queridos compañeros de viaje: Recibiréis esta carta el día en el que en Logroño estamos con el chupinazo de los San Mateos. Quizá sea por eso que hoy me ha dado por escribir sobre la amistad.
La amistad es solo una palabra, solo un significante, dirían los psicoanalistas. Con lo cual, según la persona y su momento, puede significar cosas muy distintas.
¿Amigos, conocidos, amigos íntimos?;
¿Para pasarlo bien, para sentirme acompañado, para apoyo mutuo, para crecer (con conversaciones, vivencias o un “simplemente” estar)?
Supuestamente, son relaciones que elegimos tener, a diferencia de lo que ocurre con la familia, los compañeros de trabajo, de estudios, de vecindario o de aficiones. Aunque suelen ser de estos grupos de los que proceden nuestros amigos.
La importancia y el sentido de la amistad varía también mucho según la cultura (ejemplo: norte de España vs. EE. UU.).
No creo que esté mejor o peor centrarse en la pareja, en los amigos o en ambos. Teóricamente, cuantas más patas robustas tenga la mesa mejor, por si falla alguna. Pero el tiempo, las prioridades y las circunstancias pasadas y presentes de cada uno son lo que son. Y cada uno se lo monta como quiere y puede.
Lo que no creo que en pleno siglo XXI tenga mucho sentido es la primacía del status pareja. ¿Por qué queda raro ir a una boda con un “simplemente amigo” como acompañante?
Otra nota a este respecto de la pareja y los amigos: No recuerdo donde escuché a Susan Sarandon que su respuesta a la queja del marido sobre que hablaba de su relación de pareja con sus amigas, fue que gracias a eso seguían juntos.
Y como escribe Carmen Pacheco en el post Hablemos de la amistad (lo recomiendo muy mucho), a diferencia de lo que ocurre con las relaciones de amor romántico o de sexo, sobre este asunto de la amistad no existen apenas relatos (películas, canciones, libros…).
Por hoy lo voy a dejar con dos últimos apuntes. El primero es una invitación a pensar sobre los pros y contras de las amistades basadas en la afinidad-identidad (ideas políticas, gustos musicales, etc.) frente a las basadas en la localización (pueblo, barrio…).
Y el segundo es una cita del libro El cuenco vacío de Sergio Stern.
La amistad siempre fue algo muy importante para el Buddha. Decía que los kalyanamitra, los amigos y amigas espirituales, constituían la bendición más grande que pudiera existir, muy por encima de la fama, el poder y el dinero. Tener con quien compartir las preguntas fundamentales de la vida, las andanzas por un camino profundo; esperar a Godot junto a alguien que se encuentra en las mismas, rascándose la cabeza, tocándose el corazón: no existe bendición más grande. Una anécdota muestra bien cuál era su visión en este sentido. Estando en la aldea de Sakkhara, el Buddha y su fiel asistente Ananda conversaban acerca del deleite que a ambos les producía su amistad. Ananda era muy querido en la comunidad y sabía bien de la importancia de tener buenos amigos, cercanos y apoyadores, para transitar el camino. Por eso, en aquella ocasión, le dijo al Buddha: «Señor, he estado pensando... ¿sabe? Me parece que la amistad espiritual constituye la mitad de la Vida Santa». «¡Oh, no Ananda! No es así», respondió el Buddha: «¡La amistad espiritual no constituye la mitad de la Vida Santa! ¡La amistad (tener buenos amigos) constituye la Vida Santa en su totalidad (toda la vida espiritual)!»
Hasta el próximo sábado… si queréis 😉